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Tiendas en las que encontrar Lirio de Sangre

He empezado a llevar Lirio a las tiendas a las que tengo acceso y voy a hacer una lista para que sepáis dónde podéis pillarlo. AVISO: Só...

domingo, 12 de diciembre de 2010

El búnker 6

-Eh… Cikadia…
-Ya estoy bien… cien palabras más…
-¿Tú no hacías descansos entre capítulo y capítulo? –preguntó Rachelmon.
Silencio mientras la escritora continuaba tecleando a toda velocidad.
-Gané una carrera… cien palabras más…
-¿De qué hablas? En serio, me estás empezando a preocupar –pasó la mano por delante de la pantalla, pero ella ni se inmutó, era como si viera a través de sus dedos.
-Tengo la sensación… cien palabras más…
-¿Hola? ¿Estás ahí? –le bailó un poco para llamar su atención-. Miu.
-Vete, le rogó… cien palabras más…
-¿Estás enferma? ¿Tienes fiebre? –le tomó la temperatura de la frente mientras la otra continuaba aporreando el teclado.
-Un vistazo… cien palabras más…
-Eh, que te estoy mirando editoriales ¿No te interesa? Mira, Alfaguara, la de “Cacaspulo”.
-Suena bien, apúntala –respondió volviendo a la realidad durante un instante.
-¿HP de quién es?
-¿Santillana? –propuso sin dejar de pasar.
-Salamandra.
-Lo que sea. Timidez y falsa humildad, cien palabras más.
-Lo que no sé es si hay que mandar manuscritos o qué.
-Ajá… -murmuró sin apartar los ojos de la pantalla.
-No lo encuentro… Le preguntaremos a Shiku-chan…
-Eso me ha dicho, cien palabras más. Y si miras en “La Factoría de ideas”, tengo un libro de esos.
Rachelmon se puso a buscarle, haciendo también oídos sordos al ruido de las explosiones en el pasillo y las imágenes de masacres que emitían las pantallas.
-Parece que solo publican títulos extranjeros
-Lástima, aún así, se les puede preguntar. En el fondo de sus pupilas, cien palabras más.
-¿Sabes que es un poco raro que sueltes palabras al azar?
-No es al azar, son las que salen cada cien. ¿Crees que los lectores se estarán hartando ya?
-Eso o están intentando adivinar qué pasa en el último capítulo con esos trozos.
-Muajaja. Si averiguas algo, cien más.
-Qué locas estás –rió Rachelmon.
-Un momento, un momento… ¡¡Mil palabras!! Víctor repeinado, ay, omá que ricooooo. Ejem, ¿por dónde iba? Dios, me van a odiar mucho.
-Bastante –respondió con tono jocoso.
-Bueno, a ver si hago otras mil palabras antes de llorar sangre o estallar en carcajadas de loca. Mira a ver cómo va la guerra, ¿se están matando mucho?
-Pues… -se acercó a las pantallas- tenemos una amasijo de miembros cercenados delante de la puerta de los que han intentado cruzar el pasillo y han rozado un láser, DKusa está peleando con Kastarnia y parece que va a perder…
-Jaja, qué zorra, se está haciendo pasar por Aria –se tronchó sin dejar de teclear.
-Violet-kill e Ismael han dejado de pelear para destrozar juntos los tanques que se les echaban encima…
-Queeeeé bonitoooooo, unidos por el odio a terceros –añadió con voz ñoña levantando la vista un momento, aún así, sus dedos formaron tres palabras más sin errar.
-Y muerte y destrucción en general, ésta gente se aburre mucho.
-Ya veo, ya… Bueno, me voy a poner en serio –dijo poniéndose los auriculares-. No me distraigas.
Pasaron las horas sin más cambios. En el exterior la tierra se encharcaba por la sangre derramada y los gritos de guerra rasgaban el aire junto con las armas; en el interior, el oxígeno se estaba agotando y el tecleo regular y acelerado de Cirkadia empezó a debilitarse.
-Solo… un poco… más…
-¿Cuánto te queda? –se interesó Rachelmon.
-Dos… dos mil… palabras… -los hilillos de sangre bajaban por las comisuras de sus labios.
-Descansa.
-No… ya queda... poco –tosió y salpicó la pantalla-. Mierda, otra vez…
-Qué descanses.
-No… No queda… casi… nada…
A duras penas, medio ciega por las lágrimas de sangre, transcribió mil palabras más. Entonces su cabeza cayó sobre el teclado y después su cuerpo se resbaló hasta el suelo como un pelele. Le salían espumarajos rosas de la boca y tenía los ojos enrojecidos mirándose el cerebro.
Tiempo después despertó con la cabeza en el regazo de Rachelmon, en el sofá. Las pantallas de videovigilancia estaban apagadas y la de su portátil bajada. Se encontró con una mascarilla conectada a una bombona de oxígeno.
-Necesitabas cambiar de aires –le dijo su amiga-, ¿ves? Ya no loras sangre.
-Gracias, pero tengo que… -intentó levantarse, pero tenía el cuerpo sin fuerzas.
-Te he inyectado la morfina del botiquín de Kielan, tienes que descansar.
-Maldita psicópata… -refunfuñó, pero se dejó caer de nuevo sobre sus piernas.
-Muajaja, te he secuestrado.
-Me van a matar… -murmuró acomodándose en el sofá.
-Nah, no pueden, sino, se quedarían sin más Lirio.
-Cierto –colocó las manos en el regazo, como le ponen a los muertos en la funeraria y se echó un sueñecito.
Pasado un rato, las secuelas por la presión y el exceso de trabajo desaparecieron y pudo respirar más tranquila.
-Vamos allá… -en seguida escribió las palabras que le pasaban y se quedó tirada en la silla mirando al techo-. He… terminado…
-No suena muy alegre.
-Es que todavía queda un duro trabajo de revisión.
-Es verdad.
-Bueno, voy a anunciarlo –se impulsó con la silla de rueditas hasta el panel de mandos, encendió las pantallas que aún funcionaban y observó el percal. Encendió el micrófono para hablar por megafonía, se aclaró la voz y puso una canción estridente para llamar la atención-. ¡Os anuncio que he terminado de pasar a limpio!
Un grito bárbaro, profundo y potente atravesó los muros del búnker sin necesidad de altavoces.
-¡Ya queda menos! Y ahora… -justo en ese momento le llamaron al móvil-. ¿Sí?
-Soy Yosora, voy para allá.
-Bien, por fin das señales de vida. ¿Dónde estás? Se oye ruido.
-En Tama-chan, te he dicho que voy para allá.
-¡¿Estás hablando por teléfono mientras conduces?! –se escandalizó.
-Y lo dice que la que ha liado esta guerra.
-Oye, que yo no… Bueno, pero por lo menos llevarás puesto el cinturón.
-Por supuesto.
-¿Y armas?
-Algo llevo en el asiento de atrás.
-Perfecto, pues aquí te estaremos esperando. Pero te aviso que no te puedo abrir la puerta, tendrás que esperar hasta que los desmembrados consigan tirarla.
-Estoy al día, me he leído el blog. Ahora nos vemos.
-Hasta ahora –se despidió antes de colgar-. Como iba diciendo… -continuó por megafonía- esto hay que celebrarlo. ¡Os invito a una ronda! –pulsó un botón que hizo que en la cima de la montaña se erigiera una especie de rayo láser-. ¡A vuestra salud! –otro botón hizo que el artilugio disparara un líquido negro que llovió sobre los combatientes, algunos desconfiaron olieron las gotas por si se trataba de petróleo, pero aquello debía de ser un tipo de líquido inflamable ya que olía a alcohol.
-¿Qué les has echado? –se interesó Rachelmon.
-Vodka negro, soy malvada, muajaja.
-Sí, mogollón, ¿Por qué, por tratar de emborracharles o porque no les guste?
-Jah, ¿tú sabes lo que mancha eso? Y encima cuando se seque va a ser pegajoso a más no poder. Ihihihihihihihihihihihihihihihihihihihihihihihihihihihihihihihihi.

sábado, 4 de diciembre de 2010

El búnker 5

-Era Ismael-Px –informó Cirkadia doblando el móvil por la mitad (no lo ha roto en plan bárbaro, tiene un modelo así)-, que viene para aquí y quiere que manda a mi mejor Generala.
-Será un placer –se relamió Violet-kill jugueteando con uno de los puñales.
-¿Entonces dices que sales por el conducto de ventilación?
-No me fastidies, niete, eso no es cool.
-Ais, cool, cool, esta juventud… -refunfuñó yendo al panel de mandos-. Ponte la máscara de gas, que la niebla biocida sigue en el pasillo. Voy a levantarte las puertas lo justo que pases rodando, ¿vale?
La sádica y sanguinaria joven asintió conforme. Una de las pantallas mostró que una bengala había estallado en el cielo oscurecido por las nubes de tormenta y humo de explosiones, formando la cara sonriente de un gato.
-Diría que es la señal. Buena suerte, General –se cuadró y le hizo el saludo militar antes de disponerse a desactivar los láseres y levantar unos palmos los portones de acero.
-No la necesito, tengo puñales –respondió con una sonrisilla psicópata devolviéndole el saludo y poniéndose en posición como los velocistas.
Las planchas de metal se alzaron y Violet-kill se lanzó de cabeza contra la interior, echándose a rodar para internarse en la nube asesina. Gracias a la cámara de la puerta pudieron ver cómo, escasos dos segundos después, surgía de la densa niebla al igual que un zombi nazi, en uniforme y con ansias de matar, pero más rápida, letal y lanzadora de cuchillos además.
-¡Nenaza! –le escucharon decirle a DKusa, que estaba recostado contra la pared de la montaña, también con pintas de zombi, pero por la ropa desastrada, las heridas, los movimientos lentos y la mirada perdida a causa del cansancio.
-Eh… que llevo días aquí… luchando –jadeó apoyado en su katana.
-¡Que eres un puto blando! –le soltó una patada en el estómago para espabilarle al tiempo que degollaba a los atacantes, riendo al salpicarse de sangre.
-¡Gracias por despejarme! –exclamó él más fresco que una lechuga iceberg (peligro: chiste malo).
La joven gruñó por lo bajo si se lanzó por el precipicio sin dar explicaciones. Aterrizó en pose felina un porrón de metros más abajo, fracturando la tierra bajo sus botas. Al erguirse vio el imponente tanque que estaba plantado ante ella y babeó por cada molécula de acero de aquel trasto de la Segunda Guerra Mundial.
-¡Vosotros! –se subió encima y golpeó la tapa con el tacón-. ¡Que sepáis que cuando vuelva me quedaré con esta preciosidad! ¡TIENE QUE SER NUESTRO! –bramó lanzándose a la carrera hacia el punto desde que había sido lanzada la bengala del gato sonriente.
****
-¿Qué ha sido eso? –se preguntó Kastarnia en referencia a los golpes que habían sonado en el techo de su tanque.
-Alguna de las locas que pululan por aquí –respondió su marido sin levantar la vista del ordenador.
-¿Cómo va el hackeo?
-Pues esto ya casi está… -dijo orgulloso tecleando a toda velocidad, pero entonces…-. ¡¿Pantallazo azul?! P-pero cómo…
****
-Angelito… -murmuró Cirkadia viendo a través de las cámaras el rastro de sangre que iba dejando Violt-kill- caído –terminó desviando la mirada hacia un aviso de peligro-. ¿Pero qué…? ¡Me están hackeando! ¡Rachelmon, ¿qué hago, qué hago?!
-¡No sé, no sé!
-¡Que alguien le ha mandado la orden de levantar las puertas!
-¡Dale a cancelar!
-¡No puedo!
-Deja que mire… ¡Puto trasto, responde, no te quedes bloqueado!
-¡Kyaaaah! ¡Que todavía no he terminado de pasar a limpio, joder! –gritó presa de la histeria.
-Espera, espera, que creo que ya…
Pero Cirkadia vio como la plancha de metal empezaba a alzarse y, ni corta ni perezosa, desenfundó la katana y la lanzó para ensartar el panel de mandos junto al portón. Hubo un chisporroteo, las luces parpadearon y la mitad de las televisiones se quedaron en pantallazo azul, pero las puertas se desplomaron.
-Fiuuu –resopló aliviada-. La que he liado… ahora no vamos a poder salir hasta que no revienten la puerta.
-Con el empeño que le están poniendo, no tardarán mucho.
-Bueno, hasta entonces hagamos cosas útiles. Yo voy a ponerme a pasar a limpio el decimotercer capítulo. ¡Tú trabaja también!
-Kyu, kyu.
Haciendo oídos sordos a las amenazas, golpes, explosiones y masacras cada una se centró en su ordenador. Tras horas de duro trabajo, Cirkadia ya tenía tics en eñ ojo izquierdo, volvía a reír como una psicópata y se había levantado un par de veces para morderle un brazo a Rachelmon porque se aburría. A pesar de acabar delirando con espantosos y puros unicornios del país de la piruleta, consiguió transcribir las 15.147 palabras.
-Me quiero morir –lloriqueó arrastrándose por el suelo como una lombriz.
-Mira, ven a ver la tele –le dijo Rachelmon, que comía palomitas frente a las pantallas de videovigilancia.
-Mirar a la gente que me agrede… sí, son graciosos… si pudiera verles… -la pobre mujer sufría el Sindrome Especial de la Mirada Errante y sus ojos no dejaban de bailar cada uno a su son (no, mejor no la miréis a la cara, que da yuyu).
-Acaba de aparecer una nueva, va con motosierra.
-Descríbemela –pidió rodando por el suelo, lo que viene siendo hacer la croqueta.
-Puesss, alta, delgada, pelo castaño… Seguro que te gustan sus botas, le llegan hasta la rodilla, lleva los pantalones por dentro de ella.
-Suena bien –consideró haciendo el pino-puente-. ¿Dices que va con motosierra?
-Motosierra que dispara.
-Aaaah, entonces LadyDarkDragonfly –se dejó caer el suelo-. Joder, qué nombre más largo, tendré que acortárselo como a Ghost. ¿Y qué hace? –preguntó mientras le mordisqueaba un codo a su amiga.
-Trata de cortar la puerta exterior con la motosierra mientras ríe como loca, le ha hecho un par de arañazos.
-Ajá –regresó a su escritorio reptando como una serpiente-. Bueno, pues voy a ponerme a rerererevisar el primer capítulo –trepó a la silla.
-¡Pero si ni siquiera ves!
-Bah, algo apañaré… “Amanecía ya cuando apareció por la avenida empedrada custodiada por robles…” Jijiji, a la gente le sorprende el principio con trampa.
-Oooh, pues si ellos supieran, ujiji.
-Shhh, calla, calla –le chistó con complicidad-. “casi tan ancianos como mi Maestro. Yo me disponía a ir…”
Así transcurrió otra hora de intensa revisión.
-Oye, te informo que Violet-kill e Ismael siguen zurrándose, por si te interesa saberlo –dijo Rachelmon.
-Menudas bestias pardas… Menos mal que una está de mi parte –se presionaba los ojos en un intento de reducir el dolor provocado por tantas horas de ordenador.
-Boooh, pero van muy lento.
-¿Podrías hacerlo mejor tú?
-Kyapún –respondió incoherentemente poniendo ojitos adorables.
-Ag… A revisar el sexto capítulo –se restregó del borde de las cuencas oculares y se dispuso a seguir.
-¡Pero si estás llorando sangre!
-Bah, algo apañaré. Piensa que estamos con Apocalipsis y listo.
-A mí ese no me cae bien, prefiero a Bufo.
-Estás enferma… “Amaneció nublado, algo que Casandra celebró con una de sus más amplias sonrisas.” Anda vuelve a amanecer… En fin… “El viento soplaba del este…”
Ignorando los regueros escarlata que le bajaban por su mejillas, releyó, corrigió y reunió en un solo documento titulado “Lirio de Sangre: Odisea” las veintitrés partes del capítulo. Un chasquido inquietante fue lo único capaz de descentrarla de su martirio.
-¡Han abierto una brecha en la puerta exterior! –exclamó Rachelmon.
-Aaah… Control+G, guardar… sexto capítulo revisado… ahora…
-¿No te preocupa ni siquiera un poco?
-Todavía tienen que hacer frente al gas que hayan liberado, terminar de romperla entera, sortear los láseres corta-personas y romper la segunda, que si dura tanto como la anterior… Pues eso… que sigo pasando el decimocuarto capítulo…
-No puedes seguir así, ahora también te baja un hilillo de sangre de la boca…
-Tienes razón –suspiró-. Tengo hambre, ¿me traes un filete?
-Tal cual, ¿no? Que no vea la sartén ni de lejos, del plástico al plato y ¡ñaca!
-No seas exagerada, échale un poco de aceite, sal y pimienta, anda.
-Lo que yo decía… Ah, y unos tanques están a punto de cargarse a Violet-kill e Ismael, ¿hacemos algo? –preguntó mientras iba a la despensa.
-Jeje, pobres tanques –tosió salpicando la pantalla de motas rojas-. Ag, que así no sé si he puesto las tildes o no. Sigamos… “Solo si me respondes mal a una pregunta…”